Entregarnos a la incertidumbre es una característica del adulto. Es aceptar el presente cómo se presenta, sabiendo que la previsión y el control no son posibles, sobre todo, son inútiles.

     Son frenos, son resistencias a la creatividad de la vida que nos guía a todos hacia la evolución del destino colectivo. La incertidumbre nos permite entregarnos al servicio de la vida, asumiendo nuestra responsabilidad, sin control de lo demás. Sólo podemos intuir el próximo paso, si estamos en concordancia con el presente.

     Lo que sí sabemos es que todo está como tiene que ser, en movimiento al servicio de la evolu- ción.
La Fuerza del Amor de compensación del dar y recibir está permanentemente en acción, a nivel individual como colectivo, haciendo absolutamente imprevisible lo que será el mañana«.*